Cada primero de mayo, Venezuela celebra el Día Internacional de los Trabajadores, una fecha dedicada a conmemorar la importancia de la fuerza laboral.
En Maracaibo, esta realidad se vive a diario, donde personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos, se dedican a diversas actividades, tanto formales como informales, impulsados por la necesidad de generar ingresos y mantenerse activos. Como bien dice la popular gaita del reconocido Astolfo Romero, que resuena en la ciudad cada Día del Trabajador, "En casa se larga el forro", una expresión que describe a aquel que trabaja incansablemente para sustentar a su familia.
Para trabajar solo se necesitan salud y ganas" es una simplificación. Si bien la salud y la motivación son esenciales para el trabajo, también se requieren otros factores, como habilidades, conocimientos, la voluntad de aprender, la perseverancia, la adaptación a diferentes entornos, situaciones y la habilidad para gestionar el tiempo y las emociones.
En este contexto del Día del Trabajador, Noticia al Día contactó a varios adultos mayores en Maracaibo para conocer sus experiencias laborales. Sus historias demuestran que la edad no es un impedimento cuando se tienen ganas de trabajar. Para largar el forro como se dice aqui, no hay edad, desde niños vendiendo caramelos hasta adolescentes limpiavidrios, mujeres, hombres jóvenes buhoneros y de la tercera edad vigilando estacionamientos y cuidando carros.

A muchos les gusta el facilismo
Luis Hernández, un ex gaitero y percusionista de 75 años, recuerda la época en que viajar con grupos musicales por todo el país representaba un trabajo arduo pero gratificante. "Los jóvenes veíamos todo en ese tiempo que el esfuerzo valía la pena para ganar el dinero y se apartaba el facilismo", reflexiona mientras trabaja como ayudante en un estacionamiento cerca de un centro comercial. A pesar de sus más de 70 años, se levanta temprano para trabajar cada día, enfrentando cualquier dolencia con la determinación de seguir adelante.
Es importante destacar que la frase "Para trabajar solo se necesitan salud y ganas" es una simplificación. Si bien la salud y la motivación son fundamentales, el trabajo también requiere habilidades, conocimientos, disposición para aprender, perseverancia, adaptabilidad y la capacidad de gestionar el tiempo y las emociones. Sin embargo, las historias de estos trabajadores marabinos resaltan la importancia de la voluntad y el esfuerzo como motores para seguir adelante, sin importar la edad.

Con el sudor de mi frente
Cristina Palmar González, de 84 años, llegó joven desde Cojoro en la Guajira. Inicialmente fabricaba chinchorros y adornos indígenas en la avenida El Milagro, y desde hace 30 años tiene un pequeño puesto de venta de cigarros, caramelos y chucherías en la avenida 5 de Julio.
Aunque sus dos hijos la apoyan económicamente, ella prefiere "tener mis cobres ganados con el sudor de mi frente" y enfatiza que ha trabajado toda su vida.

Jhony Semprum: Foto Javier Sánchez
No hay edad para "largar el forro"
Jhony Semprún, de 56 años, con 43 años recorriendo las calles marabinas vendiendo pañitos y otros enseres, afirma con convicción que la edad no es un límite para trabajar, especialmente en la situación económica actual.
"Uno se acostumbra a trabajar y en la medida que vaya el ritmo económico uno se ajusta sin caer en especulaciones. ‘No hay edad para largar el forro’, como dice una gaita", comenta Semprún, a pesar de las dificultades que enfrenta al caminar bajo el intenso calor y la lluvia.
Con orgullo, menciona que sus dos hijas y su hijo también trabajan arduamente, aplicando el principio de que "barco parao no gana flete".

Solo salud y ganas
La señora Ruth Caraballo, quien llegó a Maracaibo desde Colombia en su adolescencia y ha vivido más de 50 de sus casi 70 años en la ciudad, se dedicó al servicio a domicilio, llegando a limpiar hasta cinco edificaciones a la vez.
Para ella, lo fundamental es tener salud y el deseo de trabajar, en lugar de quedarse "parada" sin hacer nada.
Con su esfuerzo en las calles, crió a sus hijos y hoy disfruta cuidando a sus nietos. "Mientras uno se sienta bien, tenga la edad que tenga, no debe haber espacio para la haraganería", asegura.
“Me dediqué al servicio a domicilio y llegué a limpiar hasta cinco edificaciones en un tiempo determinado”, señaló.
Para la señora Ruth lo importante es estar sano y tener ganas de trabajar no estar “parado” mirando a ver que se hace.
A fuerza de trabajo en la calle crío a sus hijos y hoy atiende feliz unos nietos a quién junto a sus padres los protege, comentó a Noticia al Día.
Noticia al Día