En el vertiginoso mundo de la tecnología y las comunicaciones, es fácil olvidar los orígenes de las herramientas que hoy damos por sentadas. El 3 de diciembre de 1992 se marcó un hito histórico: se envió el primer mensaje de texto (SMS) del mundo, un momento que sembraría las semillas de la revolución de la mensajería instantánea.
El protagonista de esta hazaña fue Neil Papworth, un ingeniero de pruebas de la empresa Sema Group. Utilizando una computadora personal, Papworth envió un mensaje de prueba a Richard Jarvis, director de Vodafone en ese entonces, quien se encontraba en una fiesta de Navidad. El contenido del mensaje, simple pero profético, decía únicamente: «Feliz Navidad».
Este sencillo saludo, transmitido a través de la red GSM, demostró el potencial de una tecnología que, en las décadas siguientes, se convertiría en una de las formas de comunicación más populares y omnipresentes del planeta. Lo que comenzó como un experimento técnico para enviar mensajes cortos entre dispositivos se transformó en un fenómeno cultural y social, redefiniendo la manera en que las personas interactúan y se conectan a diario.
Hoy, aunque aplicaciones de mensajería instantánea más sofisticadas dominan el panorama digital, el legado del SMS perdura como el punto de partida de la era de la comunicación móvil tal como la conocemos.