La economía política, como disciplina interdisciplinaria que examina la interacción entre las instituciones políticas, el poder y los procesos económicos, es fundamental para entender fenómenos como la desigualdad, el desarrollo y las políticas públicas. Desde la ciencia política, se enfatiza cómo las decisiones económicas no son neutrales, sino moldeadas por relaciones de poder y contextos institucionales. Sin embargo, al discutir economía política, es frecuente caer en errores conceptuales y analíticos que distorsionan el debate y llevan a recomendaciones ineficaces.
1. Confundir economía política con economía:
Uno de los errores más frecuentes es reducir la economía política a la economía tradicional, como si se tratara solo del estudio de mercados, precios o crecimiento económico.
Desde la ciencia política, la economía política se entiende como el análisis de la interacción entre poder y recursos, es decir, cómo las instituciones políticas, las decisiones de los actores y las relaciones de poder determinan la distribución de la riqueza y las políticas públicas. La economía política no se pregunta solo “cómo crece la economía”, sino “quién se beneficia y quién pierde con ese crecimiento”.
2. Ignorar el papel de las instituciones:
Otro error común es subestimar el rol de las instituciones políticas (constituciones, partidos, sistemas electorales, burocracias) en la configuración de los resultados económicos.
Desde la ciencia política, se destaca que las instituciones estructuran los incentivos y las reglas del juego, afectando la inversión, la corrupción, la redistribución y creación de la riqueza y la estabilidad macroeconómica.
3. Adoptar visiones deterministas:
Muchos análisis caen en el determinismo económico, asumiendo que los factores materiales o de mercado explican por sí solos la política. La ciencia política critica esta postura y subraya que las ideas, ideologías y coaliciones políticas también moldean las decisiones económicas. Las políticas fiscales, monetarias o comerciales no son neutras: reflejan conflictos de intereses y visiones del mundo.
4. Suponer neutralidad en las políticas públicas:
Un error frecuente es pensar que las políticas económicas son técnicas y neutrales, cuando en realidad son profundamente políticas. Las decisiones sobre impuestos, gasto social o privatización implican elecciones distributivas y prioridades ideológicas. La ciencia política invita a desmitificar la “neutralidad” tecnocrática.
Hablar de economía política sin reconocer estos errores equivale a ignorar el núcleo de la ciencia política: el poder como motor de las dinámicas socioeconómicas. Un análisis riguroso requiere humildad ante la complejidad, integrando evidencia mixta y sensibilidad contextual para evitar reformas contraproducentes. Al desmitificar estas falacias, podemos fomentar debates más productivos que no solo diagnostiquen, sino que impulsen cambios inclusivos y sostenibles. En última instancia, la economía política no es un campo de contrastes inevitables, sino una arena para negociar futuros equitativos.
Politólogo, Jesús Castillo Molleda
@castimolledave