Elecciones del 25-M: triunfó la abstención, ganó el gobierno
Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr
Las elecciones parlamentarias y de gobernadores del 25 de mayo estuvieron signadas por una alta abstención que facilitó el triunfo de los candidatos oficialistas: se llevaron 23 de las 24 gobernaciones, y 256 de los 285 diputados a la Asamblea Nacional. La oposición ganó una sola gobernación y tan solo 29 diputados, una pequeña fracción parlamentaria que el oficialismo no necesitará para sumar la mayoría calificada que necesita para designar los rectores del CNE, magistrados del TSJ, directores del BCV, y otros importantes cargos públicos como el Fiscal de la República y el Contralor de la Nación.
Porcentaje de participación no cuadra con REP
Según el Registro Electoral Permanente (REP) vigente, el número total de electores inscritos es de 21.485.669. En su primer boletín, con el 93,1% de las actas escrutadas y una sumatoria de 5.507.324 votos -equivalente al 42,63 % de participación-, el CNE adjudicó al oficialismo el triunfo en las elecciones parlamentarias, con el 82,68% de los votos:
Gran Polo Patriótico – PSUV, 4.553.484 votos (82,68 %)
Alianza Democrática, 344.422 votos (6,25 %)
Alianza Un Nuevo Tiempo – Única, 285.501 votos (5,18 %)
Fuerza Vecinal 141.566 votos (2,57 %)
Otros (nulos): 182.351 votos (3,31%)

Pero si el REP vigente es de 21.485.669 electores, de los cuales votaron 5.507.324, esto equivale a 25,63% de participación y no a 42,63%, tal como lo anunció el CNE. De haber votado el 42,63% del REP se habrían totalizado 9.159.340 votos, pero resulta que solo votaron 5.507.324 electores. Por lo tanto, con base al REP vigente, la participación fue 25,63% y la abstención de 74.37%.
Se perdió el momentum
El 25M el país descontento tuvo la oportunidad de volverse a contar y ratificar el resultado del 28J. Pero en vez de salir masivamente a votar, las mesas electorales se quedaron solas y se perdió la oportunidad de dejar registrada en las máquinas de votación la voluntad de la soberanía nacional ejercida a través del voto.
Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado (MCM), no pudo participar en las elecciones del 25M porque no tiene tarjeta. En vez de llegar a acuerdos para postular a sus dirigentes a través de otras tarjetas, decidió boicotear a quiénes si pudieron postular y competir, calificándolos como colaboracionistas, traidores y alacranes. Al liderazgo centralista de MCM solo le interesa la Presidencia de la República, lo demás no importa. Montados en la ola de la abstención inercial, no contribuyeron a ganar el mayor número de diputados y gobernaciones para construir una posición de fuerza que le haga contrapeso al gobierno. Hicieron todo lo contrario, en un video colgado en sus redes sociales, (MCM) dijo: “Hoy los venezolanos volvimos a derrotar a este régimen criminal (…) más del 85% de los venezolanos desobedecimos a este régimen”. El resultado de esa desobediencia fue que los candidatos oficialistas se llevaron 23 de las 24 gobernaciones, y 256 de los 285 diputados a la Asamblea Nacional.
Una dirigencia lúcida, inteligente y audaz habría aprovechado el momentum, compitiendo con candidaturas únicas y unitarias, y llamado a votar masivamente en las elecciones del 25 de mayo de 2025 para ratificar la votación del 28 de julio de 2024. Pero al llamar a la abstención, claudicaron y dejaron que el oficialismo ganara la mayoría de los cargos en disputa. En vez de ponerle contrapesos institucionales al gobierno, la oposición abstencionista facilitó el triunfo oficialista que así mantendrá el control sobre los poderes públicos y el territorio nacional.
La abstención electoral como reflejo de la desesperanza aprendida
La elevada abstención del 25M se gestó en las presidenciales del 28J, cuando el CNE anunció como ganador al candidato oficialista, un sorprendente resultado contrario a las encuestas preelectorales, las mediciones a boca de urna y las actas de los testigos. Cuando el elector percibe que vota pero no elige, concluye que su acción no influye en un resultado que no puede controlar y decide no intentarlo más. Esto es lo que la Psicología describe como la desesperanza aprendida.
La implantación de la desesperanza aprendida se revela como una estrategia de dominación que influye en la conducta electoral y se manifiesta en la abstención que convierte en mayoría a la minoría oficialista. A la luz de este concepto, la abstención no es una jugada audaz de un sector de la oposición para deslegitimar al gobierno, sino la incomprensión de un mecanismo de dominación implantado por el propio régimen para convertir su minoría en mayoría.
Abstención anula impacto el voto castigo como instrumento de cambio
Con la abstención en las Parlamentarias de 2005, al gobierno se le regaló la mayoría en la AN que designa a los rectores del CNE, magistrados del TSJ, directores del BCV y otros altos cargos públicos. Desde entonces, al oficialismo se le facilitó el control de todos los demás poderes del Estado que deberían tener independencia y autonomía. La abstención anula el poder transformador del voto castigo y no tiene consecuencias concretas para cambiar el estatus quo. Gracias a la abstención, el oficialismo impuso su hegemonía y se ha mantenido en el poder. No por casualidad, en Venezuela el voto no es obligatorio.
¿Qué sentido tiene llamar a la abstención para deslegitimar al ganador en un país donde el sistema electoral no establece un mínimo de participación para declarar nula o válida una elección?
Abstenerse electoralmente es desmovilizarse políticamente. Es no hacer nada para cambiar la correlación de fuerzas y dejar que una minoría se convierta en mayoría y se mantenga en el poder. Abstenerse no tiene el mérito ni el heroísmo de competir en desfavorables condiciones para conquistar los espacios de resistencia y lucha institucional que funcionan como contrapesos al gobierno, su efecto es contraproducente: en vez de deslegitimar contribuye al continuismo gubernamental.
La abstención no empodera. Sin un poderoso bloque de gobernaciones, alcaldías, diputados, legisladores regionales y concejales municipales, la oposición no se hará sentir y será muy difícil reconstruirla. ¿Qué hacer para evitar que se repita la catástrofe electoral del 25M en las próximas elecciones de 335 alcaldes y 2.471 concejales municipales? Si al país descontento se le presentan candidaturas únicas y unitarias, con buenos candidatos y un programa que interprete y responda al clamor de la gente, se podrá recuperar la confianza en la institución del voto como instrumento de cambio y lograr un resultado muy diferente, que exprese el malestar nacional y empodere al país descontento.
Víctor Álvarez