Viernes 19 de septiembre de 2025
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Tal al-Saltaneh, la historia detrás del activismo de la princesa persa

Tal al-Saltaneh (1883-1936), en realidad no es un nombre como tal. La princesa, que había nacido en el harén del rey de Persia, Naser al Din Shah, recibió solo un título genérico, “la corona de la monarquía”.

Por Pasante1

Tal al-Saltaneh, la historia detrás del activismo de la princesa persa
Imagen: Medium
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Tal al-Saltaneh (1883-1936), en realidad no es un nombre como tal. La princesa, que había nacido en el harén del rey de Persia, Naser al Din Shah, recibió solo un título genérico, “la corona de la monarquía”.

Los harenes del palacio estaban lejos de ser esos lugares tranquilos y sensuales que la exotizante mirada occidental había pensado, eran zonas de poder e intrigas que podían acabar o colocar ministros y consejeros, pero las pequeñas princesas estaban destinadas (a pesar o precisamente por ello) a ser monedas de cambio, pequeños floreros que debían sonreír y no pensar mucho.

A Taj no le parecía un destino justo, tampoco el resto de las mujeres, que pasaban de un velo que las encerraba en vida a la mortaja que las envolvía en la muerte.

Los últimos años del siglo XIX y los primeros años del siglo XX fueron un periodo convulso en Irán, entre la Revolución Constituyente, los enfrentamientos bélicos en la zona, los crecientes intereses predatorios occidentales, una escalada de precios y la Primera Guerra Mundial.

Las mujeres lo tenían aún peor que los hombres. Eran privadas de derechos civiles y sociales, su alfabetización no llegaba al 5%, había una fuerte segregación y las normas sobre vestimenta, incluido el velo, eran enormemente estrictas.

No era buen panorama para la pequeña Tal al-Saltaneh, a pesar de su estatus social. Conocemos su vida de primera mano, ya que fue ella misma la que lo conto en sus memorias, Crowning Anguis: Memoirs of a Persian Princess, una fuente indispensable para saber la vida en el harén, la situación política de los personajes en la Persia de esos años. Y a ella, que decidió pelear por su vida y la de todas sus congéneres

Una vida no tan fácil

Ya de pequeña asomaba su rebeldía, algo que lamentaría cuando tuvo que ponerse al día con su educación. Por otro lado, como era normal en las clases altas, apenas veía a su padre o a su madre y fue criada por una niñera negra y pedagogos, lo que la llevó luego a luchar por cambiar ciertos conceptos de familia. Lo que hizo plantearse su fe, cuestión que tampoco hizo mucha gracia a sus parientes.

Con apenas ocho años ya estaba comprometida y, aunque su padre intentó retrasar su matrimonio, no olvidó la miseria de esos años. Se casó a los 13, apenas fue asesinado por su padre, con un chico de su edad. Esto también era un avance, pues comúnmente las niñas de esa edad se casaban con hombres de 50 o 40 años. Nunca hubo felicidad en el matrimonio, tampoco hubo amor ni química, aunque hayan tenido cuatro hijos.

Taj al-Saltaneh decidió tomar el mando de su vida, separarse (y luego divorciarse), y vivir de forma independiente, con los amantes que quería. No era solo una frivolidad, aunque algo hubo, como reconoció más tarde, sino también un enunciado político. Lo mismo que renunciar al velo, algo totalmente inaudito en el Irán de esa época. Se acercó al socialismo y luchó por los derechos de las mujeres.

La Revolución Constitucional la situó en un espacio ambiguo. La afectó económicamente, y pese a creer firmemente en la bondad de una monarquía, era consciente de la necesidad de reformas y de la corrupción inherente al régimen. También lo era del creciente intervencionismo extranjero, qué crítico. Asimismo, aprovecho la oportunidad que se habría para la lucha a través de asociaciones y protestas.  

Junto a su hermana fundó la Sociedad para la Emancipación de la Mujer (Anjoman-e Horriyat-e Nesvan), que criticaba la opresión femenina tanto social como religiosa. Luchó para ampliar los derechos de las mujeres y el panorama cultural de la época.

Una lucha sin fin: Taj al-Saltaneh y los derechos de las mujeres

Taj defendió el derecho a la educación y el acceso al trabajo de las mujeres, a vestir de forma diferente y a no terminar siendo un florero triste en una esquina, limitado al espacio doméstico. Incluso las de clase alta, estaban condenadas a una vida vacía y aburrida que intentaban llenar como se podía.

Curiosamente, tiempo después, Betty Friedan hacía una reflexión en La mística de la feminidad sobre la depresión y la vuelta al hogar tras la Segunda Guerra Mundial.

Fue un periodo efervescente en las luchas sociales y por los derechos de la mujer en Irán. Se fundó otra sociedad y periódicos, aunque esta conciencia todavía era algo que parecía limitar a las mujeres urbanas educadas y, sobre todo, a las constitucionalistas, como Sediqeh que creo el periódico Zaban Zanan (La voz de la mujer), la Sociedad Nacional de Mujeres y fundo una escuela para niñas, por lo que fue enviada a la cárcel.

Varios periódicos femeninos clausuraron a las activistas perseguidas y las escuelas saqueadas o atacadas. La primera escuela legalmente se abrió en 1918, y aún sí, fue atacada.

Todo ello aun cuando la actividad de las mujeres fue esencial en las revueltas y estuvieron en primera fila, incluso armadas. Protagonizaron muchas de las protestas, tanto las no violentas como las violentas. William M. Shuster, un británico que servía en el gobierno constitucionalista, recordaba en sus escritos la fuerza y la decisión de estas mujeres, e incluso su radicalidad. Pero de nada les sirvió.

Pese a que años después y ya con Taj fallecida, hubo nuevas asociaciones y se lograron algunos avances, las mujeres seguían sin ser consideradas ciudadanas en igualdad de condiciones. El gobierno Pahlavi eliminó el velo, pero también como una imposición. La revolución de 1979 vio salir de nuevo a la mujer a la calle, masivamente, para protestar por sus derechos, incluido el asunto del velo. Tampoco les sirvió de nada, y un gobierno religioso volvió a esconderlas tras un muro de tela.

Tampoco a Taj le salió gratis su lucha. Cuando se divorció, la despojaron a sus hijos, su familia la repudio, pasó por deficiencias económicas y acabó sus días llenos de soledad y tristeza, muy lejos de la relajada y lujosa vida que se esperaría de una princesa persa. Tres intentos de suicidio prueban su complicada vida.

Noticia al Dia/Diego Casanova (Pasante) Con información de Desperta Ferro Revistas

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