Los muñecos diabólicos en el cine de terror protagonizaron algunas de las películas más taquilleras del género. Los hechos causaron reacciones en masa a los espectadores, siendo un reflejo malo de la sociedad, los demonios y espíritus paganos, las muñecas y muñecos endiablados podrían ser los causantes de los traumas adultos e infantiles. Aquí relataremos el impacto que tuvieron estas cosas en la vida real, que no deberíamos encontrar en ninguna juguetería.
Anabelle

La muñeca es famosa por su aparición en el mundo del cine de terror, sus orígenes se remontan al año 1915 cuando John gruelle invento una muñeca de trapo hecha a mano para su hija marcella llamandola "Raggedy Ann". La marioneta fue poseída por una entidad maligna, no por el espiritu de una niña que se llamaba anabelle como se especulaba inicialmente, que quería poseer un cuerpo humano.
En su origen era conocida por tener comportamientos extraños como aparecer en lugares diferentes, cambiar de posición y dejar mensajes escrítos. Actualmente se encuentra ubicada en el museo de Lorraine y Ed Warren en Connecticut.
Robert

Los orígenes del muñeco Robert se remontan a principios del siglo XX cuando le regalaron a un niño llamado Eugene Robert Otto, un muñeco con traje de marinero. Muchos creen que el orígen del mal de Robert reside en quién lo entregó originalmente a Gene Otto, la sirvienta que trabajaba para los padres de Gene. Supuestamente, esta mujer fue maltratada por sus jefes y, para castigarlos, se cree que maldijo al muñeco con vudú y magia negra.
Nadie sabe con exactitud porque causaba estragos en la habitación de un niño o hacer algo en absoluto, es conocido aparte de su actividad paranormal por arrojar maldiciones a quienes le toman foto sin su permiso. Tiene poderes sobenaturales como la movilidad, cambiar de expresión en su rostro y emitir sonidos de risa.
Actualmente se encuentra en el museo East Martello en Key West florida donde el muñeco se convirtió en una popular atracción turística.
Letta

Con un aspecto terrorífico que asusta a más de uno, Letta, tambien conocidamente como Letta Me Out es una marioneta considerada como uno de los objetos mas malditos de australia. su dueño, Kerry Walton, no ha querido deshacerse de ella en mas de 50 años.
Walton descubrió a Letta en un edificio abandonado en Wagga Wagga, Australia, en los años 70s. Encontro a la muñeca en la edificación durante el funeral de su abuela debido a que volvió a su pueblo natal y decidió enfrentarse al miedo que le causó la vivienda ruinosa en su infancia.
Desde entonces han tenido lugar incontables sucesos paranormales, en los que Letta se movió sola (delante de testigos, incluso), dejó las huellas de sus zapatitos en el suelo, hizo ruidos e incluso gritó… Hasta se ha dicho que cada vez que sacó a Letta al exterior, ha empezado a llover.
Mandy

También apodada "La Anabelle de Canadá", con su rostro de porcelana, sus orígenes se remontan a 1991 cuando Lily Sorensen recibió la muñeca por parte de su abuela, quién la tuvo encerrada en un baúl por muchos años y la regaló para que su hija no la destruyera ya que era frágil y tenía un siglo de antigüedad. Sorensen donó la marioneta al museo de Quesnel. Pero también por la extraña sensación que le transmitía. Al parecer, también contó que la despertaban los llantos de un bebé que le llegaban desde el sótano, sonidos que dejó de escuchar después de donar la muñeca.
En 1991, Mandy viajó a Nueva York para aparecer en un programa de televisión, durante el cual la médium televisiva Silvia Brown afirmó creer que la muñeca había sido propiedad de unas gemelas que habían muerto de polio, y que la energía espeluznante que se siente en su presencia se debe al dolor de la madre, que pasó a Mandy. Y es que, efectivamente, los visitantes del museo afirman sentir una energía fría y los ojos de Mandy clavados en ellos mientras se mueven por la habitación.
Además, no parece gustarle que le graben, ya que una visitante sufrió problemas técnicos con la cámara solo al intentar grabar a Mandy y la cinta se rompió al intentar reproducirla.
Okiku

La historia de Okiku cuenta que fue comprada en la primera mitad del siglo XX por un adolescente en la ciudad de Sapporo para su hermana pequeña, Okiku, que le puso su mismo nombre al juguete. Algunas versiones de la historia dicen que la Okiku original ya estaba enferma; sea como fuera, tristemente la niña murió al poco tiempo de recibir su apreciada muñeca.
Tras la muerte de la niña, se colocó a su tocaya en el altar familiar para recordarla, pero para sorpresa de la familia vieron que el pelo de la muñeca, originalmente cortado al estilo okappa, muy popular en la época, empezó a crecer. La familia contactó con el chamán del pueblo, que confirmó los temores de la familia: el espíritu de la pequeña Okiku, que habría muerto antes de cumplir los tres años, había entrado en la muñeca. Al tiempo, la familia tuvo que mudarse y dejaron la muñeca al cuidado del templo Mannenji, en la isla de Hokkaidō, ya que les preocupaba enfurecer al espíritu de Okiku separándola del lugar en que estaba enterrada.

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