El príncipe Andrés, duque de York, nació el 19 de febrero de 1960, siendo el tercer hijo de la reina Isabel II y el príncipe Felipe, duque de Edimburgo. Desde su infancia, Andrés estuvo rodeado de la opulencia y los deberes de la familia real británica. Creció en el Palacio de Buckingham y pasó gran parte de su niñez en el Castillo de Windsor, donde disfrutó de una educación estricta y formal, acorde a su posición.
Durante su niñez, Andrés fue conocido por su carácter vivaz y su inclinación hacia el deporte. A menudo se le veía participando en actividades al aire libre, como la natación y el esquí, y desarrolló un interés particular por la navegación. Sin embargo, su infancia no estuvo exenta de desafíos, ya que creció bajo la constante atención de los medios y las expectativas que conlleva ser parte de la realeza. A pesar de ello, disfrutó de una relación cercana con su madre, la reina, y sus hermanos, lo que contribuyó a su desarrollo personal en un entorno tan singular.

Durante su adolescencia, el príncipe Andrés experimentó una vida marcada por la tradición y las expectativas de la realeza británica. Recibió su educación primaria en casa antes de asistir a la Heatherdown Preparatory School, donde comenzó a desarrollar su independencia y habilidades sociales. Posteriormente, continuó su formación en Gordonstoun, una escuela en Escocia conocida por su enfoque en la educación integral y el desarrollo del carácter, que había sido fundada por el conde de Moray, amigo de su padre.
En Gordonstoun, Andrés se destacó en deportes y actividades al aire libre, siguiendo su pasión por la navegación y el esquí. La escuela fomentaba un ambiente de camaradería y trabajo en equipo, lo que ayudó a Andrés a forjar amistades duraderas y a enfrentarse a los desafíos de ser un joven príncipe en el ojo público. A lo largo de estos años, su vida estuvo influenciada por su posición en la familia real, lo que le enseñó sobre responsabilidad y deber desde una edad temprana.

Como adulto, el príncipe Andrés tuvo una carrera militar notable, sirviendo en la Marina Real británica. Se unió a la Royal Navy en 1979 y alcanzó el rango de capitán, participando en diversas operaciones, incluyendo la Guerra de las Malvinas en 1982, donde se destacó por su valentía. Tras su retiro del servicio activo, Andrés se dedicó a diversas funciones públicas, actuando como embajador de la familia real en eventos oficiales y apoyando causas benéficas.
Además, Andrés desempeñó un papel importante en la promoción de la imagen de la monarquía británica y en la representación de la reina y la corona en el extranjero. Participó en numerosas actividades, desde eventos diplomáticos hasta iniciativas de caridad, apoyando a organizaciones que trabajaban en áreas como la educación y el desarrollo juvenil.

La caída del príncipe Andrés se puede rastrear hasta su decisión de asociarse con personas y situaciones controvertidas, en particular su relación con Jeffrey Epstein, quien fue arrestado en 2019 por tráfico sexual de menores. A pesar de la creciente controversia, Andrés mantuvo su amistad con Epstein durante años, lo que generó críticas sobre su juicio y su capacidad para representar a la corona. En el contexto de las acusaciones, la presión pública y mediática se intensificó, llevando a que muchos cuestionaran su lugar dentro de la familia real.
En un intento por manejar la crisis, Andrés ofreció una entrevista a la BBC en noviembre de 2019, donde buscó explicar su relación con Epstein y desmentir las acusaciones de Virginia Giuffre. Sin embargo, la entrevista fue considerada un fracaso rotundo, ya que su falta de empatía y su defensa fueron ampliamente criticadas.
El rey Carlos III tomó la drástica decisión de despojar a Andrés de sus títulos y honorarios, dejándolo en una posición de aislamiento y como una persona común y corriente. Este desenlace no solo afectó a Andrés, sino que también planteó preguntas sobre la transparencia y la responsabilidad dentro de la familia real británica en un momento de intenso escrutinio. La situación de Andrés se convirtió en un símbolo de cómo las acciones de un miembro de la realeza pueden tener repercusiones significativas en la percepción pública de la monarquía.

Tras la pérdida de sus títulos reales, el príncipe Andrés ahora se conoce como Andrés Mountbatten-Windsor. Este cambio de nombre se debe a que el rey Carlos III inició el proceso formal para despojarlo de sus títulos y honores reales, lo que significa que, a partir de ahora, utiliza el apellido familiar en lugar de los títulos nobiliarios que anteriormente lo identificaban. Este cambio simboliza no solo su nueva realidad como un individuo fuera de la realeza, sino también el deseo de la monarquía de distanciarse de las controversias que han rodeado su figura en los últimos años.
Pasante/Leila González/Noticia al Día