Jueves 31 de julio de 2025
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Alegoría sobre el Día Internacional del mal amor

Este día nació de las lágrimas de una joven maracaibera

Alegoría sobre el Día Internacional del mal amor
Alegoría sobre el Día Internacional del mal amor
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En Maracaibo, donde el sol se derrama como miel dorada sobre el Lago y las brisas del Caribe susurran viejas canciones, existe un día que pocos conocen, pero muchos sienten en lo más profundo del alma: el Día Internacional del Mal de Amores. No es un día marcado en calendarios oficiales, pero sí grabado en los corazones que han conocido la dulzura y el amargo de un amor perdido.

Cuenta la leyenda que este día nació de las lágrimas de una joven maracaibera, cuyo nombre se ha desvanecido en el tiempo, pero cuyo amor resuena aún en los callejones del barrio El Saladillo. Ella amó con la intensidad de mil soles a un pescador que, un día, zarpó en su pequeña embarcación y nunca regresó. Su dolor era tan vasto como el mar, y cada atardecer, la veían en la orilla, con la mirada perdida en el horizonte, esperando un imposible retorno.

Suspiros que eran lamentos y lágrimas que eran ríos se unieron, y así, el universo, conmovido por su sufrimiento, decidió dedicarle un día. Un día para que cada corazón que ha latido al compás de un amor no correspondido, un adiós inesperado o una promesa rota, encontrara un eco en el aire. Un día para honrar esas cicatrices invisibles que, con el tiempo, se convierten en tatuajes de resiliencia y esperanza.

El Día Internacional del Mal de Amores no es para la tristeza perpetua, sino para la melancolía que abre camino a la comprensión. Es un día para recordar que el amor, incluso en su ausencia, nos transforma, nos moldea y nos enseña la verdadera fortaleza del espíritu. Es para entender que, aunque el camino del corazón esté lleno de espinas, cada herida nos prepara para florecer de nuevo.

En este día, bajo el cielo estrellado de Maracaibo, muchos se atreven a mirar sus cicatrices con ternura, a recordar a quienes amaron con una sonrisa, y a comprender que el mal de amores no es una condena, sino una profunda lección de vida. Porque al final, cada corazón roto es solo el preludio de un amor más grande, más sabio y más verdadero, esperando a ser descubierto.

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