El pasado 7 de agosto, a los 97 años, falleció en su residencia en Lake Forest, Illinois, Jim Lovell, histórico astronauta de la NASA. Su legado representa uno de los más significativos del siglo XX por sus hazañas.
El administrador interino de la NASA, Sean Duffy, confirmó la noticia a través de un emotivo comunicado donde rindió homenaje a quien definió como un símbolo de valor, inteligencia y liderazgo.
“El carácter y la valentía inquebrantable de Jim ayudaron a nuestra nación a llegar a la Luna y transformaron una posible tragedia en un éxito del que aprendimos muchísimo”, dijo.
Un hombre que llevó a la humanidad más cerca de la Luna
Lovell fue uno de los primeros astronautas en orbitar la Luna durante la histórica misión Apolo 8, en diciembre de 1968. En aquella ocasión, junto a Frank Borman y William Anders, se convirtió en uno de los primeros humanos en presenciar la cara oculta del satélite natural.
Fue durante una misión como comandante del Apolo 13 en 1970 que selló su lugar en la historia, tras una explosión que puso en riesgo a la tripulación, pero Lovell lideró la situación con serenidad y aún bajo la presión de cargar a su responsabilidad varias vidas, logró que todos regresaran sanos y salvos a la Tierra.
Mucho más que un astronauta
Antes de llegar a la NASA, Lovell sirvió con distinción en la Marina de los Estados Unidos. Graduado de la Academia Naval, fue también piloto de pruebas, lo que lo preparó para los desafíos técnicos que luego enfrentaría en el espacio.
Sus compañeros astronautas lo apodaban "Smilin’ Jim" por su sonrisa contagiosa y su humor afilado. Su carisma, sumado a su temple, lo convirtió en un referente de la "época dorada" de la carrera espacial.
“Jim Lovell encarnó la audaz determinación y el optimismo de los exploradores del pasado y del futuro”, afirmó Duffy, asegurando que su contribución continúa inspirando las próximas misiones del programa Artemis, que buscan llevar nuevamente a la humanidad a la Luna.
Noticia al Día / Ronda