Este 2 de junio se conmemora el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, una fecha que visibiliza la lucha por los derechos, la dignidad y el reconocimiento de quienes ejercen este oficio en contextos muchas veces marcados por la estigmatización, la violencia y la exclusión.
La jornada recuerda la histórica protesta protagonizada en 1975 por más de 200 trabajadoras sexuales en Lyon, Francia, quienes tomaron la iglesia de Saint-Nizier como forma de denuncia frente a la represión policial, la indiferencia estatal y las condiciones inseguras en las que se veían obligadas a trabajar. Aquel acto de rebeldía marcó un hito en la organización del movimiento por los derechos de las trabajadoras sexuales, y desde 1976 es recordado por colectivos y organizaciones en distintas partes del mundo.
A diferencia de otras efemérides establecidas por organismos internacionales, esta conmemoración no surge de una proclamación oficial, sino de los propios movimientos sociales, que a lo largo de las décadas han mantenido viva la fecha con actividades, foros, intervenciones culturales y manifestaciones públicas.
“Es una jornada para reconocer que seguimos siendo invisibles para muchas políticas públicas. Que el estigma, la violencia institucional y la falta de garantías legales siguen poniendo en riesgo nuestras vidas”, expresó una vocera del colectivo RedTraSex, que agrupa a trabajadoras sexuales de varios países de América Latina.
En ciudades como Bochum, Alemania, se han organizado eventos con lecturas públicas de obras como Women without rooms, que abordan la precariedad y las múltiples formas de violencia que aún persisten. En América Latina, la fecha también ha sido escenario de demandas por el reconocimiento del trabajo sexual como una actividad laboral legítima, con derechos y protección social.
En Venezuela, aunque el tema sigue siendo tabú en gran parte del debate público, colectivos feministas y de derechos humanos han comenzado a abrir espacios de discusión sobre la realidad que enfrentan las trabajadoras sexuales, particularmente en un contexto de crisis económica y migratoria que ha agudizado su vulnerabilidad.
El Día Internacional de la Trabajadora Sexual no es solo una conmemoración, sino también una interpelación a los Estados, las sociedades y los sistemas legales: una invitación a repensar los derechos laborales y humanos desde una mirada más amplia e inclusiva.