Maracaibo no olvida fácilmente las noches grandes, y menos cuando se mezclan música, multitud y confusión. Una de esas historias volvió a contarse recientemente desde la voz de Beethzarth “Beet” Acosta, exintegrante del dúo Caibo, quien rememoró un episodio ocurrido tras el recordado concierto de los Backstreet Boys en el Estadio Luis Aparicio El Grande, a comienzos de los años 2000.
Aquella noche, el estadio lucía a reventar. El público zuliano coreó de principio a fin los éxitos del grupo estadounidense en una presentación que quedó marcada en la memoria colectiva de la ciudad. Al terminar el espectáculo, como suele ocurrir en eventos de esa magnitud, se activó un operativo de salida con varias camionetas, algunas de ellas blindadas, destinadas a movilizar a los artistas y su equipo de seguridad.
Según el relato de Beethzarth Acosta, el convoy salió del Luis Aparicio tomando la ruta habitual: avanzar hacia el taponcito de Los Olivos, subir el elevado con dirección al Hotel Maruma y despejar la zona lo más rápido posible. Sin embargo, algo se desajustó en los últimos minutos.
Brian Littrell, uno de los integrantes de los Backstreet Boys, quedó en la última camioneta del grupo. Las razones nunca estuvieron del todo claras: retraso, descoordinación o simple confusión en medio del gentío. Lo cierto es que ese vehículo fue el último en abandonar el estadio.
El problema vino después. El conductor, según recuerda Acosta, no conocía Maracaibo. Al llegar al taponcito de Los Olivos, en lugar de seguir la ruta del resto del convoy, cruzó por la zona de Galerías Mall. La camioneta avanzó unos metros más hasta que el personal de seguridad comenzó a notar que algo no cuadraba.
“Esto no se parece por donde vinimos”, habría advertido uno de los escoltas al observar el entorno. Para entonces ya habían tomado el desvío equivocado y terminaron en La Curva de Molina, un punto que para cualquier foraneo indica claramente que se perdió el camino.
Allí, en medio de la noche y la confusión, Brian terminó en La Curva, separado del resto del grupo por unos minutos que bastaron para convertir el episodio en anécdota. No hubo incidentes mayores, pero, quizas, sí el susto, la corredera para reencontrar la ruta correcta y una historia que, con los años, se fue contando de boca en boca.
Hace un año, narrada por Beethzarth “Beet” Acosta, la escena vuelve a tomar forma como parte del folclore contemporáneo de la ciudad: el recuerdo de una Maracaibo colapsada por un concierto histórico y de una estrella internacional que, por un error de ruta, conoció de primera mano lo fácil que es perderse saliendo del Luis Aparicio.
Historias así no salen en los partes oficiales ni en las agendas de las giras, pero quedan vivas en la memoria de quienes estuvieron allí. Y en Maracaibo, esas historias —como la música y el concierto de los Backstreet— siempre encuentran la forma de volver a sonar.
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