El 1 de octubre marca el 50 aniversario del "Thrilla in Manila", considerada por muchos la mayor batalla de la historia del boxeo entre los titanes Muhammad Ali y Joe Frazier.
Este tercer y decisivo combate entre Muhammad Ali y Joe Frazier en 1975 resolvió una intensa rivalidad alimentada por el odio y profundo significado cultural. La pelea no fue solo por los títulos de peso pesado, sino una guerra personal que casi acaba en tragedia.
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La enemistad se había gestado después de que Frazier ayudara a Ali prestando dinero y abogando por él cuando le fue suspendida la licencia por negarse a ir a Vietnam.
Ali, sin embargo, se sintió el campeón legítimo y tildó públicamente a Frazier de "gorila", desatando una agresividad verbal sin precedentes. Esta denigración constante de Ali, que llegó a golpear un gorila de peluche en cámara, convirtió el combate en un ajuste de cuentas.
La pelea en Manila fue brutal. Ambos púgiles, en ese entonces de 33 y 31 años, se castigaron sin cesar, bajando de intensidad solo por el daño mutuo que se infligían. En los asaltos finales, Frazier estaba prácticamente ciego de un ojo y con el otro cerrándose, tragándose derechazos que lo dejaron al borde del nocaut.
A pesar de esto, el árbitro no detuvo la acción, llevando a ambos pugilistas a un alto nivel de agotamiento extremo.
Al final del asalto 14, Eddie Futch, entrenador de Frazier, detuvo el combate al ver que su pupilo ya no veía, salvándolo de un daño irreversible. Irónicamente, Ali también había pedido a su esquina que tirara la toalla, cayendo exhausto tras la victoria.
Años después, Frazier nunca perdonó a Ali por sus insultos, declarando: "Dios toma nota de todo" lo que haces.
Noticia al Día / José Montiel / Pasante