Jueves 31 de julio de 2025
Al Dia

Johan Galué expone en la Galería de Arte Nacional en Caracas

Johan Galué ha enviado al cronista cultural Alexis Blanco el texto de Zuleiva Vivas que presenta la exposición y que Noticia Al Día obsequia a sus lectores, en exclusiva:

Johan Galué expone en la Galería de Arte Nacional en Caracas
Fotos: cortesía
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En el segundo piso de la Galería de Arte Nacional, en Caracas, el artista zuliano Johan Galué expondrá, desde el primer viernes del próximo agosto, su Universo Onírico, mediante el cual propicia un Viaje al Subconciente de cada espectador, sorprendido sin duda por la fuerza de una obra que trasciende con brío tenaz.

Llamada de la vida cotidiana Óleo sobre tela
100x80cm 2025

Johan Galué ha enviado al cronista cultural Alexis Blanco el texto de Zuleiva Vivas que presenta la exposición y que Noticia Al Día obsequia a sus lectores, en exclusiva:

Ha sido Zuleiva Vivas, hija del eximio hermano maestro Fruto Vivas, quien presenta formalmente los nuevos trabajos del artista ganador del Premio Arturo Michelena, dos años ha. En su texto ad hoc, “Johan Galué. Una mirada al inconsciente colectivo”, ella destaca: “Durante el primer semestre del año 2023, tuve la oportunidad de participar como jurado de selección y premiación para la 65ª edición del Salón Nacional de Arte Arturo Michelena. Habían transcurrido quince años sin convocar el evento, y fue la Gobernación del Estado Carabobo quien ese año reactivó la confrontación. El Salón Nacional de Arte “Arturo Michelena” se ha consolidado como una plataforma importante para el desarrollo de las artes visuales en Venezuela desde su creación en 1943. El recorrido por varios estados del país en ese momento devino en una experiencia llena de gratas sorpresas, ya que nos permitió apreciar la capacidad creativa y el talento de muchos artistas, así como constatar la inmensa tarea pendiente: dar a conocer al gran número de creadores activos en el territorio venezolano”.

Habitamos por la luna Óleo sobre tela
80x100cm 2025.

Entonces, Maracaibo, Johan Galué, quien trabaja con un visionario de las bellas artes en la ciudad, Agop Tarzinian. La especialista Vivas amplía:


Encuentro con la obra


En la sede de Maracaibo conocí la obra de Johan Galué de manera anónima, debido a que la selección de obras para el Salón Arturo Michelena se realiza a partir de la observación y análisis directo de cada obra previamente numerada, sin revelar su identidad. El pintor postulaba una obra de gran formato que reflejaba un complejo universo. Atentamente me dediqué a dialogar con esta “obra abierta”, como diría Umberto Eco. La pintura me invitó a sumergirme en un espacio de color y de personajes que inevitablemente me condujeron a El Bosco (Hieronymus Bosch), quien en la historia del arte universal es conocido como un precursor del surrealismo, aunque no perteneció a ese movimiento (que surgió más de 400 años después, en el siglo XX). Mientras que otros pintores del siglo XV y XVI buscaban representar la realidad de forma fiel, El Bosco creó imágenes llenas de símbolos, metáforas visuales y fantasías, anticipando el estilo que siglos más tarde sería característico del surrealismo.

El surrealismo se interesaba por el subconsciente, los sueños, los deseos reprimidos y los miedos profundos. Por allí andaban mis pensamientos mientras mis ojos navegaban por la tela de Galue…”
[…] Identidad latinoamericana e inconsciente colectivo.

Este encuentro me condujo más tarde a reflexionar sobre las imágenes de una identidad latinoamericana, lo cual es un reto verdaderamente difícil y hasta se me hizo desproporcionado, pues me llevó a pensar en las complejidades inmensas de nuestra naturaleza e historia y sobre el inconsciente colectivo de nuestra psicología latinoamericana.

Recordé al psicoanalista cubano-venezolano Rafael López-Pedraza, quien afirma que: “La búsqueda de la identidad latinoamericana sólo tiene sentido si significa buscar nuestra propia locura.”
Y es en nuestro inconsciente colectivo donde proponía que tratásemos de buscar esa llamada identidad, porque es allí donde está nuestra locura.

López-Pedraza admite que esta proposición está dentro de un enfoque psicoanalítico básico e incorpora un punto de vista de Carl Jung que es fundamental: “Hay que aprender de lo que no sabemos de nosotros mismos.”

Loa laberintos de la memoria
180x160cm Mixta sobre tela 2025

Los estudios junguianos se basan en el estudio del inconsciente y en su relación con lo que nos concierne. Es allí cuando pienso en la conciencia de nuestro inconsciente colectivo latinoamericano, y desde esta perspectiva también enfoco la mirada en las pinturas de Johan Galue.
Este empeño en identificar el complejo universo frente a mí fue lo que me condujo a releer a Jung cuando se adentra en el inconsciente colectivo y nos dice: “Abrir los portales de la psique colectiva significa una renovación de la vida en el individuo, no importa cuán agradable o desagradable sea la sensación que ésta provoca… le reserva a la mente un incremento de nuevo conocimiento.” (1966, p. 286)
Después prosigue la magistral disertación de Zuleiva Vivas:


Neo-surrealismo en el Zulia


La selección de obras de Galué que exhibe la Galería de Arte Nacional representa una excelente oportunidad para reconocer el surgimiento de un movimiento pictórico con tradición en el estado Zulia, que podríamos identificar como neo-surrealismo.

El mismo Galué admite en una entrevista reciente la influencia del artista José Ramón Sánchez (Maracaibo, Edo. Zulia, 1938–2016), cuya actuación internacional lo llevó a exponer en países de Europa y en los Estados Unidos, reconociéndolo dentro de la corriente surrealista.
La obra de Sánchez se caracteriza por una asociación con la magia y la religión popular, con una disposición hacia el juego, hacia el placer de lo sagrado y lo sacrílego, así como también por una compleja simbología de signos eróticos y humorísticos.

Johan Galué quizás toma el tono surreal de las obras de Sánchez para enrumbarse en un mundo particular y personal que nos lleva a conectar con nuestras referencias más profundas.
[…] Lectura iconográfica: Los laberintos de la memoria.

El título que le ha otorgado el autor a la pintura sugiere que el tema central es la memoria, no como registro lineal de hechos, sino como un espacio fragmentado, caótico y emocional.

Esta obra se puede ubicar dentro del surrealismo contemporáneo o arte simbólico-psicológico, por varias razones: su composición caótica y fragmentaria, los personajes en posiciones y espacios ilógicos, y los elementos que remiten a lo onírico y al subconsciente por el uso de símbolos como ojos, nubes, cintas, cajas, ventanas, etc.

Uno de los elementos clave del simbolismo son los ojos incrustados en el árbol y en la pintura. Los ojos podrían simbolizar la vigilancia de la conciencia o la percepción interna. Están incrustados en un tronco que parece sostener o atravesar toda la escena, como si fueran testigos constantes del recuerdo, el trauma o el tiempo.

Exploramos los personajes distorsionados: hay tres figuras humanas—una acostada con un rostro expresivo pero deshumanizado (izquierda), una dentro de una caja tridimensional con expresión de angustia o esfuerzo (centro), y otra más serena y sentada, vestida de verde, con una manzana amarilla y la boca tapada (derecha).

Estas figuras pueden representar diferentes estados de la memoria o la psique: el pasado reprimido (la figura tapada), los recuerdos en conflicto (la que lucha dentro del cubo), la memoria corporal o emocional (el cuerpo acostado). La manzana sobre la cabeza, que tradicionalmente representa el conocimiento o la tentación, en este contexto parece absurda y surrealista, quizás una referencia a lo irracional de la memoria o a lo que “pesa” sobre nuestros pensamientos.

Los papeles regados por el suelo podrían representar recuerdos sueltos, documentos mentales, ideas dispersas o pensamientos que no logran organizarse.

La caja bajo el árbol podría simbolizar la raíz o el contenedor de la memoria, como si todo brotara de allí. Al estar cerrada, sugiere que el origen del recuerdo es oculto o reprimido. Las líneas de colores (rojo, amarillo, verde fosforescente) cruzan la imagen como venas, hilos o conexiones neuronales. Quizás representan el trauma (rojo), el razonamiento o la conciencia (amarillo), y la vida o los recuerdos activos (verde).

El fondo se presenta como un cielo oscuro con nubes y formas abstractas. La atmósfera nocturna y el paisaje surrealista refuerzan la idea de que la obra ocurre en el terreno de la mente, no en el mundo físico. La ventana al fondo sugiere un escape o una visión lejana, quizás la lucidez o un recuerdo más claro.

Los laberintos de la memoria, así como las demás de esta serie, parecen hablarnos de cómo los recuerdos no son lineales ni lógicos, sino fragmentos emocionales—desordenados, contradictorios y muchas veces incontrolables. Cada figura puede representar un aspecto del yo recordante, atrapado entre verdades, traumas, deseos y olvidos.”

Noticia al Día

Texto Alexis Blanco Fotos: cortesía

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