Con la Sala Experimental del Teatro Baralt, su director general, el arquitecto Jesús Lombardi Boscán, ha inventado un espacio vivo, vibrante, conmovedor, donde nuestros artistas de la interpretación han encontrado un delicioso laboratorio para sus respectivas aventuras creativas.
La velada del pasado sábado 27 de septiembre así lo ha corroborado, cuando la Compañía Residente Canto Baralt estrenó su delirante espectáculo Monólogos de Colores. Un trabajo concebido y escrito por José Ángel García, con puesta en escena del magnífico Henry Semprún.
Hora y media de risas y de atrevidas reflexiones cuyo corolario resulta perturbador: Amarillo, rojo, marrón y negro funden a un color que bien podría significar la síntesis de un país que, allende el teatro, por momentos puede representarse como fétida excrecencia. Hay que tener, además de harto valor, sumo talento para verter esa metáfora en un vodevil. He ahí ese primer gran logro de la pieza “sólo apta para mayores de 18 años”. Cómo reían todos.
Así las cosas preciosas, nos vestimos de Café Concert, matizando ese género del “Comediante de a pie” que inmortalizara Lenny White. La gente ingresó a un espacio dispuesto con unas mesas para sentar a los espectadores “VIP”, con un bar abierto para libar en confianza. La memoria escancia los orígenes históricos del teatro, con los pueblos antiguos hechos leña caricaturizándose.
Entonces entró la deliciosa Tanyalid González, con su voz de chocolate espeso, fungiendo como presentadora. Bella y grata presenta a los dos primeros invitados, alumnos dilectos de Canto Baralt, Nerwin Chávez y Marlon Herrera cantando La Barca y Nuestro Juramento (imagínenlo, por favor, nunca es bueno confiar ciegamente en una pluma ebria, jajaja).
Después ella presentará al maestro García, el director general de la compañía, quien cantará, intenso, esa canción que dice “Por amarte me muero, etcétera”. Junto con él está en escena la desopilante “Marucha Boscán”, quien además de declarar “Estoy grillúa”, entronizará al estupendo Enzo Pradelli diciéndole “Si asi son las escalinatas como será el calvario”. Enzo toca el piano, canta con un registro vocal de infinita gama, él mueve la voz con la misma ductilidad del cuerpo y su monólogo sobre el íntimo femenil olor a pescado provocará risas espinosas.
José Ramón Morán es el otro notable actor protagonista. Él posee esa bis cómica natural que le insta a inquirir a la Boscán sobre sus impulsos onanistas y ante lo cual ella le responderá con una genial salida “se llama autogestión”. Carcajada colectiva. El idilio en modo impromptu continúa cuando él canta el muy clásico “Bésame mucho” y el público corea, definitivamente enchufado con sus histriones.
Entonces entra ese divino huracán, ese enjambre sísmico llamado María Elena Beltrán, contando sus avatares de amante frustrada dentro de un “carro Tesla”, muy rockera “infellatium”, para cantar una increíble canción de amor que hace suspirar al técnico teatral Isaías Villavicencio. Así se hace este tipo de teatralidad: sin desparpajo ni escrúpulos, como danzando sobre los ardientes tizones de la moral y el mal gusto. Eso es arte: tomar la toronja pasada de lo chabacano y convertirla en un cóctel exquisito para mentes abiertas.
Volviendo a las raíces del gran teatro, los griegos antiguos popularizaron los sátiros, en el medioevo expulsaron a los comediantes (solo varones) por sus cópulas desaforadas, Quevedo y Moliere reinventaron la lujuria, Pedro Muñoz Seca popularizó la astracanada, un tipo de comedia que se caracteriza por el humor disparatado, la parodia de obras serias y el uso de recursos lingüísticos ingeniosos, como chistes y juegos de palabras, para hacer reír al público.
Una espectadora, Andreína Portillo, muy feliz, luego de aplaudir hasta el hartazgo, me comentaría: “Bueno no, ¡Buenísimo!. De verdad que me gustó mucho, sobre todo, me gustó mucho la sala experimental, esa calidad que tiene suena espectacular. La obra fue bastante orgánica, aunque quizá de repente pudiese ser un poco fuerte, pero en verdad es una maravilla…”.
Eduardo, otro espectador, destacó: “Maracaibo quizás no tiene esa cultura de comedia picante, pero no me sorprendió lo que ví. Hay mucho talento y la temática se prestaba. ¡Cómo cantan todos…!”.
(Alexis Blanco / Imágenes de Jadelín Terán).

Noticia al Día/Alexis Blanco